Desde el Antiguo Testamento hasta hoy, la idolatría se manifiesta en diversas formas. Descubramos cómo la Biblia nos enseña a reconocer y evitar estas trampas.
Numerosos pasajes bíblicos se refieren a imágenes y la prohibición de cualquier representación física de Dios (ver Ex 20,4-6; 23,24-25; Dt 5,8, etc.). También podemos mencionar el episodio del becerro de oro (Ex 32,1-35), que se suponía representaba a Dios.
En general, para el pueblo de Israel, adorar una estatua o imagen de Yahvé u otra deidad estaba estrictamente prohibido.
Yahvé reclamaba una relación de alianza exclusiva que no podía materializarse de ninguna forma.
Profeta Jonás y la idolatría interior
En el antiguo Israel, la idolatría no solo afectaba al pueblo, sino también a los profetas. El libro de Jonás nos ofrece una de las historias más hermosas sobre este tema.
Jonás es un personaje muy entrañable por su carácter gruñón y malhumorado, así como por su diálogo familiar con el Señor.
Primero es el profeta valiente pero huidizo, que aborda deliberadamente un barco para alejarse de Nínive porque no quiere ir allí. Entonces surge una tormenta extraordinaria que lo pone en peligro. Jonás se da cuenta de que es responsable y se convierte así en el chivo expiatorio.
Jonás tiene una imagen tan claramente definida de Dios que no puede concebir la posible conversión del pueblo de Nínive. Que el Señor lo ame tanto como para salvarlo del monstruo marino y bendecir su palabra, le parece concebible; pero que ame a los habitantes de Nínive tanto como para perdonarlos, lo conmociona profundamente.
En la historia de Jonás, la idolatría aparece como la imagen preconcebida de Dios en su mente y corazón, incluso si su esfuerzo por amar y servir a Dios era sincero.
Ídolos modernos: materialismo y ego
Es importante señalar que la idolatría no es solo un concepto del pasado. Hoy se manifiesta de maneras más sutiles que las antiguas prácticas de veneración de dioses o estatuas.
En nuestra época, la vitalidad, el éxito o la fama, el orgullo, la obsesión por los bienes materiales y la lucha por el éxito se han convertido en fines en sí mismos, ídolos. También podemos mencionar la adoración al individualismo y al ego.
Hoy, la autocelebración ha reemplazado los valores comunitarios y espirituales.
Todo esto puede parecer legítimo. Pero debemos reconocer que no todo tiene el mismo valor, especialmente cuando daña el alma.
Debemos evitar ambiciones o conversiones equivocadas. La verdadera conversión consiste en dirigir nuestro corazón y nuestra mirada hacia el Señor y pedirle lo que necesitamos.
Transhumanismo: Una nueva forma de idolatría
El transhumanismo es otro tipo de idolatría en nuestra época. Los defensores de esta ideología sueñan con que algún día la vida humana pueda extenderse hasta los 5000 años. Pero el cristiano sabe que desde su bautismo ha recibido la plenitud de la eternidad, la vida eterna. Solo necesita una vida de fe para validarla.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha buscado el remedio para la inmortalidad, el elixir de la vida, esa planta medicinal que le otorgue la inmortalidad. Para el cristiano, este elixir de vida no es otro que el bautismo.
En esta perspectiva, la muerte física no elimina la vida eterna, sino que la lleva a su plenitud.
En última instancia, debemos recordar siempre que no vivimos para una victoria que debemos lograr, ya ha sido ganada por Jesús, sino para una victoria que debemos administrar.
Sobre el autor:
El P. Joël Mambe, miembro de los Misioneros de Belén, explora los desafíos espirituales contemporáneos a la luz de las Escrituras. Descubra su trayectoria en este artículo.
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